jueves, 6 de abril de 2017

Ahorro y endeudamiento en China




Resultado de imagen para china ahorroDonald Trump, el presidente de EE.UU. se reúne hoy con su par chino, Xi Jinping, en Mar-a-Lago, Florida. Es probable que las discusiones sobre la economía se centren en las políticas comerciales y cambiarias de China. Esto sería un error incluso si las opiniones del mandatario norteamericano sobre el comercio no concentraran erróneamente en los desequilibrios bilaterales. Mucho más difícil e importante es integrar a China al sistema financiero. Los políticos estadounidenses deberían preocuparse por la cuenta de capital de China, no por su cuenta corriente. Es ahí donde actualmente está el riesgo.
¿Por qué importa más la cuenta de capital? La respuesta es que aquí es donde dos aspectos interrelacionados de una economía interactúan con la economía mundial: los equilibrios macroeconómicos entre el ahorro y la inversión; y el sistema financiero. En ambos aspectos, la economía china es, para citar las célebres palabras del ex primer ministro Wen Jiabao, "inestable, desequilibrada, descoordinada e insostenible". Eso era cierto en 2007, cuando lo dijo. Actualmente lo es todavía más. La integración del sistema financiero de China en la economía global está llena de peligros, una situación que reconocen las autoridades chinas, a diferencia de sus contrapartes occidentales.
Consideremos algunos hechos.El ahorro bruto anual en la economía china representa el 75% del ahorro de EE.UU. y de la UE juntos, superó los u$s 5 billones el año pasado. La inversión bruta de China, en 43% de PBI en 2015, todavía estaba por encima de su porcentaje de 2008, a pesar de que la tasa de crecimiento de la economía había disminuido por lo menos un tercio. Para mantener una inversión tan alta, la relación entre el crédito y el PBI se elevó de 141% del PBI a fines de 2008 al 260% a fines del año pasado. El "sistema bancario en las sombras", en forma de "productos de gestión de riquezas" y otros instrumentos, ha explotado. Los préstamos interbancarios también se han disparado. Por último, su sistema bancario es actualmente el más grande del mundo.
Desde el punto de vista financiero, China es el "salvaje este". Recordemos lo que hizo el "salvaje oeste" durante el siglo pasado: la Gran Depresión y la Gran Recesión se originaron a raíz de la interacción entre las finanzas lideradas por EE.UU. y la economía global. En vista de sus desequilibrios macroeconómicos y sus excesos financieros, China podría generar, como mínimo, la misma proporción de un caos financiero global.
Ya he dichoque es esencial comprender la interacción entre la macroeconomía y las finanzas. Las cuentas externas de China desempeñaron un papel importante en el período previo a la crisis financiera de 2007-08. En la actualidad los peligros que crea son aún mayores.
La cuestión macroeconómica es simple: China ahorra más de lo que puede invertir dentro del país. En 2015, el ahorro nacional bruto fue del 48% del PBI. Los datos del Banco Mundial muestran que los hogares contribuyeron sólo la mitad de esto. El resto provino de las utilidades corporativas y del ahorro del gobierno. Las comparaciones internacionales indican que un crecimiento económico de 6% requiere una inversión de poco más de un tercio del PBI. Esto indica que el ahorro superavitario de China puede llegar hasta el 15% del PBI.
¿A dónde podrían ir estos excedentes? La respuesta es: al exterior, en forma de superávits de cuenta corriente. Eso es lo que sucedió antes de la crisis financiera. Es probable que esto fuera también lo que ocurriría actualmente si el gobierno relajara los controles cambiarios y frenara el crecimiento del crédito y de la deuda. El capital fluiría hacia el exterior, el yuan caería y, con el tiempo, surgiría un superávit en cuenta corriente globalmente inmanejable.
El crecimiento del crédito actual y la consiguiente fragilidad financiera son una consecuencia directa del deseo de evitar que esto suceda. Ha sido la manera de mantener la inversión a niveles no económicos. Las autoridades chinas se encuentran en una trampa: o detienen el crecimiento del crédito, dejan que la inversión se contraiga y generan una recesión en el país y/o un enorme superávit comercial; o mantienen el crédito y la inversión en crecimiento, pero endurecen los controles sobre las salidas de capital.
¿Por qué es esencial esto último? Con tan grandes y creciente oferta de activos financieros líquidos, riesgosos o de bajo rendimiento, además de un enorme flujo de ahorros, sin mencionar la ansiedad ocasionada por la campaña anticorrupción, las corporaciones e individuos chinos se desesperan por sacar dinero.
Esto explica por qué, a pesar del persistente superávit comercial, las reservas de divisas del país cayeron de u$s 4 billones en junio de 2014 a u$s 3 billones en enero de 2017. Y pueden caer más. Pero China no desea que caigan indefinidamente. Dado que reconocen los peligros de permitir que el yuan baje demasiado, han endurecido los controles sobre las salidas de capital.
Son enormes los retos que EE.UU. y China (y otros países) deben discutir. Tienen profundas implicancias para el comercio, pero no tienen nada que ver con la política comercial. Estos puntos requieren una consideración conjunta de la política macroeconómica y de la financiera. Xi cuenta con funcionarios que entienden estas cuestiones. Sospecho que en el caso de Trump no es así.
Fuente: http://www.cronista.com/financialtimes/Las-finanzas-chinas-acumulan-problemas-que-repercutiran-en-el-resto-del-mundo-20170406-0015.html

jueves, 29 de diciembre de 2016

China, Latinoamérica y la OMC

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En 2001, China se unió a la OMC con la idea de que en los próximos 15 años se esforzaría por respetar las normas del libre comercio a través de una reducción de las barreras comerciales, la liberación de su divisa y la fijación de los precios de sus exportaciones según la oferta y la demanda. 
A cambio, los estados miembros implícitamente aceptarían reconocer a China como una floreciente economía de mercado, una mejora crucial para el segundo país más rico del mundo. Dicho periodo de prueba terminó el 11 de diciembre.
Ahora Latinoamérica se enfrenta a una especie de aprieto diplomático: China es el mayor socio comercial de muchos países latinoamericanos y uno de los máximos inversores de la región. 
A su vez, es un fuerte competidor cuya monstruosa capacidad de exportación ha derribado a las firmas latinoamericanas ineficientes. El conceder la condición de economía de mercado a China, en muchos aspectos, hará que las economías latinoamericanas sean más vulnerables a tales presiones. 
De no hacerlo se corre el riesgo de perjudicar una relación que impulsó el crecimiento de la región, que el Banco Mundial estima que crecerá a duras penas un insignificante 1.8% el próximo año.
Puesto que el desaire que se hace a una supereconomía es presagio seguro de problemas, lo que sucederá ahora es poco claro. Es un juego dinámico en todo el escenario mundial. 
Pekín presiona con su reclamo de reconocimiento total y la semana pasada se quejó de que Estados Unidos y los países europeos estaban desacreditando su condición al evadir las normas de la organización con sede en Ginebra. 
Los llamamientos al proteccionismo están en aumento en toda Europa y el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, aún tiene que revertir su bravuconería de campaña que señalaba a China como un manipulador de divisas, con lo que avivó los temores de una guerra comercial mundial. 
Esto podría causar problemas en un momento de agitación global y tambaleantes compromisos comerciales, especialmente para Centroamérica y Sudamérica. Lo que complica aún más la situación es una capciosa letra chica en el acuerdo de adhesión de 2China”:http://gestion.pe/noticias-de-china-212?href=nota_tag. 
El rompecabezas legalista es, a grandes rasgos, el siguiente: al unirse a la OMC, los estados miembros generalmente se firman un acuerdo de caballeros de no bombardearse entre sí con denuncias antidumping, con el argumento de que las verdaderas economías de mercado se atienen a las normas. 
Sin embargo, el caso de China fue diferente: su economía, en parte de mercado y en parte dirigida, sumada a sus costos de fabricación siempre han sido un misterio. 
La OMC reconoció este hecho al permitir que los países miembros calcularan el precio justo de las exportaciones de China en base a los precios de un tercer país (digamos, India). 
El resquicio legal, inserto en un inciso del acuerdo de adhesión, esencialmente impuso a China la carga de proporcionar pruebas de que comerciaba de manera leal.
Pero ya no. A partir del 11 de diciembre, cada estado miembro debe decidir por sí solo si China se comporta como una economía de mercado. Quienes lo hacen pero a la vez reclaman que China está quebrantando las normas de la OMC ahora deben desentrañar cuáles son los costos de fabricación de China, tarea irritante en una tierra donde el Estado también actúa como máximo ejecutivo de las empresas.
Entonces, ¿qué hará Latinoamérica? Este no es un detalle trivial. Latinoamérica y China se han acercado cada vez más durante las dos últimas décadas, y Pekín ha explicitado sus avances en dos importantes declaraciones políticas, una en el 2008 y una vez más el mes pasado. 
El comercio total entre China y la región se multiplicó por 24 entre el 2000 y el 2013. No obstante, esto ha tenido un costo para Latinoamérica en tanto los bienes de consumo chinos han perjudicado a industrias locales menos competitivas.
Los críticos sostienen que esta situación ha acelerado la desindustrialización en Brasil, México y especialmente Argentina, que ha visto un “sorprendente incremento” en el porcentaje chino de la producción nacional, según un estudio del Consejo del Atlántico. 
Al mismo tiempo, la demanda de China de minerales y granos hizo que Latinoamérica se volviera aún más dependiente de las exportaciones de materias primas, lo que representa un retroceso a los tiempos coloniales. 
“Es difícil competir con el capitalismo de Estado del coloso chino”, dijo Manuel Molano del Instituto Mexicano para la Competitividad y coautor del informe del Consejo del Atlántico. “Cada presidente de la región se ha sentido disminuido ante el poder imperial chino”.
Las manos de Latinoamérica no están completamente atadas. Varios gobiernos regionales (Chile, Costa Rica, Perú) reconocieron tácitamente a China como una economía de mercado al suscribir acuerdos de libre comercio bilaterales durante la década pasada y eso aún no los ha llevado a la sumisión. 
Veamos el caso de Brasil y Argentina, cuyos diplomáticos aceptaron el estatus de mercado de China en 2004: del 2001 al 2013, Brasil presentó 55 acciones antidumping contra China, mientras que Argentina presentó 58. 
Si tales litigios indican que los gobiernos latinoamericanos podrían lamentar el prematuro acto de fe es otra cuestión, señaló Margaret Myers, directora del Diálogo Interamericano que sigue los movimientos de China en la región. “Da la sensación de que muchos países consideran que no han conseguido mucho a cambio del acuerdo”, me dijo Myers.
Otros países, como México, Panamá y Paraguay, cuya suerte se entrelaza de manera más estrecha con la economía de Estados Unidos o compiten directamente con China, han sido más reticentes. 
“Brasil y Argentina estarían en una posición más firme, pero estoy muy preocupado por otros países con instituciones menos sólidas”, señaló Peter Schechter, director del Consejo del Atlántico. 
“No se trata solo de que los sectores locales se debiliten, sino que también lo hacen los empleos locales, y eso podría provocar una desindustrialización”, agregó.
Argentina por sí sola ha presentado reclamos a Ginebra 11 veces este año contra un presunto dumping chino, el último el 7 de diciembre. El hecho motivó una reprimenda de las autoridades de Pekín, quienes –en lo que podría ser un adelanto de las tensiones venideras– advirtieron a los argentinos que debían atenerse a las normas de la OMC para las disputas comerciales.
Obviamente gran parte de los peores problemas de Latinoamérica son autoprovocados. La decrépita infraestructura, las rígidas leyes laborales, la escasa inversión pública y la lamentable educación pública han conspirado para sofocar la productividad y la innovación.
“La culpa también recae en las autoridades que han hecho poco para hacer que sus economías sean más competitivas”, dijo Alberto Ramos, economista de Goldman Sachs. 
Luiz Augusto de Castro Neves, ex embajador brasileño en China, no será quien cuestione este planteo. Los fabricantes latinoamericanos deberían seguir el ejemplo de Asia y “abrirse para integrarse a las cadenas de valor globales”, me dijo Castro Neves, quien preside el Consejo Empresarial Brasil-China. 
“Tanto aquí como en Estados Unidos, gran parte de los reclamos más estrepitosos provienen de las industrias menos competitivas”, agregó.
En definitiva, los problemas económicos de Latinoamérica tienen menos que ver con el dragón que tiene ante sus puertas que con los diablos de su casa.
Fuente: http://gestion.pe/economia/economias-latinoamericanas-enfrentan-gran-decision-china-2178229

domingo, 18 de diciembre de 2016

Trump, China y América Latina

Pekín, 15 dic (EFE).- Las políticas anunciadas por el presidente electo de EU, Donald Trump, pueden favorecer el incremento de la presencia de China en Latinoamérica, especialmente si cumple su compromiso de retirar a su país del TTP, afirmó hoy en una entrevista con Efe el expresidente de Perú Alejandro Toledo.
Trump "le puede dejar una venta más abierta todavía" a China, sobre todo "si es que insiste en debilitar el TTP o la Alianza del Pacífico", dijo Toledo.
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El mandatario electo estadounidense anunció el mes pasado que cuando asuma el poder retirará a su país del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TTP), que busca crear una zona de libre comercio interregional entre Asia y América.
Toledo, que gobernó entre 2001 y 2006 y fue el precursor del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Perú y China, considera que de ese modo Trump puede promover de forma indirecta una mayor penetración del gigante asiático, teniendo en cuenta que en los últimos años ha multiplicado su presencia económica, política y cultural en la región latinoamericana.
El presidente chino, Xi Jinping, realizó poco después de ese anuncio una gira ya prevista por Latinoamérica (Ecuador, Perú y Chile), en la que firmó acuerdos de cooperación y en la Pekín fue percibido como el principal promotor del libre comercio en la región Asia-Pacífico.
En ese sentido, Toledo destacó las crecientes exportaciones de América Latina (incluido Perú) a China de productos alimentarios, el potencial del turismo chino y la importancia de que Pekín invierta en infraestructuras, agroindustria o manufacturas, más allá de su tradicional interés en importar materias primas (como petróleo o minerales).
Para el expresidente, el hecho de que la región pueda aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece el gigante asiático "va a depender mucho" de los líderes políticos latinoamericanos.
Los dirigentes deben "estimular la inversión china, europea y del mundo, pero con reglas del juego claras: particularmente en el tema medioambiental y la responsabilidad social" para que las comunidades campesinas "puedan también ser parte de la torta", explicó.
Insistió, especialmente, en la importancia de lograr "educación de calidad" para "empoderar a los jóvenes", los líderes del futuro.
Toledo afirmó que "el populismo no tiene futuro" como ideología en Latinoamérica: tras el auge de las últimas décadas "hemos aprendido a manejar nuestra casa económicamente. Somos el continente que más crece sostenidamente".
La región necesita "más liderazgo y menos política", con dirigentes que tengan "visión y políticas de Estado", insistió.
Pero advirtió de que mientras en América Latina se está dejando a un lado el "llamado socialismo del siglo XXI" ha surgido un populismo con tintes ultraderechistas en Europa.
En ese sentido, el expresidente peruano reconoció que le "preocupan" de Trump algunos aspectos de su manera de pensar y varios de sus nombramientos, al afirmar: "gracias a la migración latina probablemente mucha de la riqueza del señor Trump en el sector construcción se hizo con mano de obra barata".
Sin embargo, se mostró convencido de que una vez Trump "se siente en la silla presidencial se va a dar cuenta que las cosas no son tan fáciles" y confió en que la fortaleza de las instituciones democráticas estadounidenses limitará algunas de sus propuestas.
Toledo, actualmente académico en la Universidad de Stanford (EU), concluyó hoy una visita a Pekín durante la cual mantuvo contactos académicos y presentó la edición china de su libro "La Economía Compartida".
También cerró con las autoridades académicas chinas la próxima apertura de una oficina en Pekín del Centro Global para el Desarrollo y la Democracia, el centro de estudios que fundó y preside.
Fuente: http://elperiodicodemexico.com/nota.php?id=843489

domingo, 11 de diciembre de 2016

China frena inversiones en el exterior

China vuelve a la carga para asegurar su control sobre la economía y, más específicamente, sobre los flujos de capital. Pekín ha decidido poner coto a las inversiones de sus empresas en el extranjero, una de las vías legales que contribuyen a la salida de dinero del país, en un momento en que las compañías chinas están gastando más que nunca en adquisiciones. Se trata de una nueva ronda de restricciones, en principio temporales, con el objetivo de frenar un círculo vicioso que acelera la depreciación de su moneda, el yuan.
Si bien el Gobierno siempre ha estado muy pendiente de las actividades en el extranjero de las empresas del país, estas limitaciones suponen un giro importante en la política de salir al exterior, trazada a inicios del siglo XXI. Desde entonces, Pekín ha animado a sus compañías a desplegarse por todo el mundo en busca primero de recursos naturales y después marcas, tecnología o canales de distribución. Pero esto se acabó, al menos a corto plazo: desde el consejo de Estado chino se ha pedido "una mayor supervisión de los activos en el extranjero", y las autoridades competentes han respondido con un aumento del escrutinio a estas operaciones "para luchar contra las inversiones ilegales".
En la práctica, esto significará pasar de la barra libre a prohibir las transacciones cuyo valor supere los 10.000 millones de dólares (9.500 millones de euros), las compras mayores a 1.000 millones de dólares que no estén relacionadas con el negocio principal de la empresa o adquisiciones por parte de las empresas estatales de bienes inmuebles valorados en más de 1.000 millones de dólares. Estas restricciones permanecerían en vigor hasta septiembre del año que viene, coincidiendo con la celebración en otoño de un importante encuentro del Partido Comunista chino en el que se relevará parte de la cúpula dirigente.
Estas cifras, no confirmadas aún por las autoridades pero filtradas por varios medios, pondrían en cuestión la compra del gigante de las semillas Syngenta por parte de ChemChina (la mayor operación de la historia del país) o la adquisición, por ejemplo, del club de fútbol italiano Inter de Milán por Suning. Este periódico trató de contactar, sin éxito, con el Banco Popular de China y el Ministerio de Comercio. La Administración Estatal de Divisas, encargada de las normas que rigen las actividades del mercado de divisas, rechazó confirmar este giro en la política cambiaria y se refirió solamente a un comunicado en el que se compromete a " promover un desarrollo sano y ordenado de las inversiones en el extranjero".
"Con estos controles al capital, el número de operaciones empieza a frenarse. Algunos de nuestros clientes dicen que se están encontrando con dificultades para obtener el visto bueno para sacar el dinero del país", asegura Shirley Chen, directora ejecutiva del departamento de capital riesgo de la Corporación Internacional de Capital de China (CICC). "No es una prohibición total, solamente para inversiones especulativas. Si eres una empresa que de forma legítima quieres comprar activos estratégicos que se ajustan a tu negocio, todavía puedes obtener el permiso", apunta, aunque reconoce que el proceso para conseguirlo puede alargarse de forma significativa a partir de ahora.
Las restricciones llegan casi al cierre de un año de cifras récord en este ámbito. Hasta finales de noviembre, las empresas chinas han acordado compras y adquisiciones por valor de unos 220.100 millones de euros, más del doble de lo que gastaron en 2015, según datos de Bloomberg. Este acelerón, magnificado sobre todo por la megacompra de Syngenta (pendiente de aprobación por parte de las autoridades europeas), sitúa al gigante asiático casi al mismo nivel que Estados Unidos, primer inversor mundial.
Aunque para las empresas chinas invertir fuera es legal, las autoridades especulan con que algunas compañías podrían estar utilizando este canal con el único fin de sacar dinero del país y burlar los controles de capitales que Pekín tiene instalados para evitar que su economía se desestabilice. Con una economía en desaceleración y pocas opciones atractivas donde invertir, muchos individuos y empresas buscan sacar su dinero. Según cálculos de Natixis, la fuga de capitales este año, tanto por métodos legales como ilegales, asciende a unos 870.000 millones de euros.
Este éxodo de yuanes impulsa la depreciación de la moneda china, que se encuentra en mínimos de ocho años frente al dólar. Las perspectivas tampoco son esperanzadoras: el billete verde sigue fortaleciéndose ante una inminente subida de los tipos en Estados Unidos. Para revertir la tendencia, China ha vendido un buen pellizco de sus ingentes reservas de divisas con el objetivo de dilatar la caída de su moneda. Pero ante la evidencia de que la estrategia no es suficiente para sostener el yuan y la imposibilidad de seguir gastando los ahorros de forma indefinida -sólo en noviembre se evaporaron 64.000 millones de euros de la hucha estatal-, se ha optado por una posición más dura. "Hay demasiado dinero saliendo de China y (las autoridades) se arriesgan a un ritmo aún mayor si no hay controles adicionales", asegura Christopher Balding, profesor de Economía de la Universidad de Pekín.
Y estos controles no se limitan solamente a la inversión de las empresas en el extranjero, también a cualquier otra vía a través de la cual se pueda canalizar dinero hacia el exterior: se ha restringido la compra de seguros fuera de China, las importaciones de oro, los préstamos denominados en yuanes en el exterior, se ha ordenado a los bancos que dejen de emitir tarjetas bancarias que permiten operar en dos divisas y hasta las simples transferencias al extranjero en forma de pago de préstamos o dividendos están bajo la lupa. Un particular juego del gato y el ratón entre el Gobierno, por un lado, y sus ciudadanos y empresas, por otro. "Por muchos controles que haya, los chinos siempre encontrarán nuevas maneras de sacar el dinero", dice Balding.
Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2016/12/05/actualidad/1480944587_051984.html

sábado, 29 de octubre de 2016

Arándanos de Uruguay para China

La noticia fue confirmada por el ingeniero Carlos Fraschini, principal de Azucitrus y presidente de la Unión de Productores y Exportadores Frutihortícolas del Uruguay (Upefruy). También será una buena oportunidad para retomar la exportación de cítricos, aunque en los dos casos deberán considerarse los aranceles que cobraría China para el ingreso de las frutas a su país.

Paralelamente, se realizó días pasados el VI Congreso Mundial del Arándano, IBO SUMMIT 2016, de la International Blueberry Organization que se organizó conjuntamente entre Argentina y Uruguay y se cumplió en Concordia (Entre Ríos) y Salto, sobre el cual Fraschini dijo que "desde el punto de vista del programa y la concurrencia fue un éxito" e incluyó "conferencias en Concordia y una visita a Gamorel justo cuando se estaba cosechando".
Sin lugar en el avión 
En cuanto a la producción, dijo que este año se demoró un poco dado que "hubo algunos días fríos que enlentecieron la maduración de la fruta", mientras que ahora fue al revés, ya que "hicieron varios días de calor y se aprontó mucha fruta", y esa maduración repentina llevó a que "ahora hay una cierta presión de la oferta y por lo tanto el mercado está un poco flojo".

Además hay otro problema en la cadena logística. Fraschini afirmó que "los medios de transporte están sobrecargados, básicamente el aéreo, porque las bodegas de avión de Argentina y Uruguay se han saturado un poco. Son cosas que debemos considerar y prever, un mercado algo saturado y el problema del medio de transporte".

Por esa razón, y pese a que no es lo habitual para el arándano, "se empezó a sacar algo en barco, que normalmente en la primera trama de la zafra se utiliza el avión, pero los contenedores demoran unos 22 días en llegar a destino, tanto Estados Unidos como Europa". En el caso de exportaciones a China, la demora en llegar un contenedor es de 35 días.
Vienen los chinos 
Para la semana próxima "estamos esperando la misión técnica de China, que viene a ser la inspección final para la exportación de arándanos a China, con tres técnicos que van a recorrer la zona de producción y mantendrán contactos con las autoridades sanitarias uruguayas". De esta manera, "China es un mercado que va a quedar abierto, ya se aprobaron los protocolos sanitarios y lo último que falta es esta misión. Pero evidentemente --como está pasando en otros rubros y el ministro Tabaré Aguerre lo dijo un tiempo atrás cuando se abrió el mercado de carnes para Corea del Sur-- después uno se enfrenta a la otra realidad, que es la de los aranceles. Nosotros en China vamos a pagar aranceles que algunos otros competidores no están pagando", por lo que el producto uruguayo ingresaría a ese país más caro que otros. Eso pasa con el citrus en relación a Chile y Australia", comentó.

De todas maneras eso puede cambiar, y se mostró confiado en cuanto "el gobierno entró en carrera para establecer acuerdos para complementar el esfuerzo técnico que hacemos los productores, como es el caso de la citricultura, con un trabajo de los privados para abrir mercados".
Fuente: http://www.elentrerios.com/economia/los-arandanos-del-otro-lado-del-rao-se-van-para-china.htm

viernes, 21 de octubre de 2016

Estímulos estabilizan economía China?

China ha logrado estabilizar el ritmo de su crecimiento económico. Su PIB aumentó un 6,7% entre los meses de julio a septiembre, una tasa equivalente a la que registró en los dos primeros trimestres del año, impulsado por la inversión pública, que creció un 21,1%, y el auge del sector inmobiliario, que aumentó un 5,8%. Un dato que se ajusta al objetivo que se marcó
el Gobierno para este año, pero que despierta suspicacias entre los analistas, que consideran que Pekín enmascara así la necesidad de acometer las reestructuraciones que precisa su economía.
“El rendimiento general fue mejor de lo esperado”, comentó ayer el portavoz de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), Sheng Laiyun, en una rueda de prensa en Pekín en la que presentó los datos sobre la marcha de la economía china entre julio y septiembre. Unas cifras que ponen
de relieve que el PIB creció un 6,7% hasta septiembre, lo que se ajusta casi matemáticamente al objetivo previsto para este del año, que Pekín ha fijado entre
el 6,5% y el 7%.

Los datos publicados ayer por la ONE ponen de manifiesto que la economía china mantiene su velocidad de crucero impulsada por un aumento de la inversión pública, que creció un 21,1%, apoyado en el gasto en infra­estructuras, que ha aumentado un 19,4% en lo que va de año,
y un sector inmobiliario al alza, que se expandió un 5,8%. Un apogeo que se apoya en un abaratamiento del crédito que ha disparado los precios del mercado inmobiliario y ha impulsado a numerosos expertos a alertar del peligro de una burbuja en este sector. Según la ONE, las ventas de viviendas han crecido un 43,2% en el mes de septiembre y los locales comerciales un 41,3%. Y las hipotecas han crecido un 60% en el tercer trimestre, frente al 47% en el segundo y un 23% en el primero.
Las ventas del comercio minorista, por su parte, también repuntaron en septiembre hasta el 10,7%, una ligera mejoría respecto a agosto, pero que indica el recelo de los consumidores chinos ante un incierto horizonte económico. Un panorama que registra una ralentización de la producción industrial, que se situó en el 6,1% en septiembre, ante el 6,3% de agosto, y una caída del 10% de las exportaciones.
Un panorama que sugiere que el Gobierno chino ha apostado por el camino fácil de sostener la economía a corto plazo, con medidas acomodaticias, y aplazar las reformas estructurales. “En el tercer trimestre, el gasto fiscal fue de nuevo la herramienta más fiable para resistir la tendencia a la baja del crecimiento del PIB. Esto significa que han bombeado el crecimiento con política monetaria y fiscal”, señaló en una nota Alicia García-Herrero, economista jefe de Asia-Pacífico del banco de inversión Natixis.
Una situación que sugiere que los dirigentes chinos optan por postergar el momento de abordar las reformas en profundidad para acabar con el enorme problema de exceso de capacidad y el alto endeudamiento de su sector público. Un aplazamiento que lastra la recuperación de la economía del gigante asiático.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/economia/20161020/411140529378/china-economia-estimulos.html

lunes, 10 de octubre de 2016

Jing-Jin-Ji, la nueva magápolis de 130 millones de habitantes de China.

Será una región de 215.000 kilómetros cuadrados, casi dos veces el tamaño del estado de Nueva York. Habrá unos 130 millones de habitantes. Y en un país donde ya abundan las megalópolis, ésta será una súper megalópolis.
Es la nueva región de Jing-Jin-Ji, un sueño que comenzó en los 80 y que ahora parece estarse convertiendo en realidad.
Al menos así lo presentó recientemente el presidente chino, Xi Jinping: un proyecto que unirá las tres principales metrópolis del norte del país –Pekín, Tianjin y la provincia de Hebei– y que será un modelo para la futura urbanización de China, según dijo.
El sueño no es nuevo. Desde hace décadas, las autoridades chinas han estado ideando formas de aliviar las demandas de una población urbana que ha crecido drásticamente.
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Como resultado, este crecimiento ha dejado torre tras torre de altos edificios habitacionales, conurbaciones de vías y carreteras, y millones de residentes que luchan por el espacio diariamente.
A principios de este mes las autoridades anunciaron que, como parte del megaproyecto de Jing-Jin-Ji, se iniciará una importante reestructuración de la capital, Pekín, que incluirá la mudanza de hospitales, empresas y comercios mayoristas fuera del centro de la ciudad.
También se limitará la población de la ciudad, que ahora tiene 22 millones de habitantes, a 23 millones.
Para lograrlo, anunció el alcalde de Pekín, Wang Anshun, que implementarán un plan para sacar las industrias más contaminantes –unas 1.200 empresas– y las que requieren mayor mano de obra, junto con sus trabajadores.
Pero la principal reestructuración de Pekín será la creación de un centro administrativo del gobierno –que ahora está ubicado en el corazón de la Ciudad Imperial– hacia el suburbio de Tongzhou.
Según anunció el secretario del Partido Comunista en Pekín, Guo Jinling, la mudanza comenzará en 2017.

Norte y sur

Esto forma parte de la primera etapa hacia la creación de Jing-Jin-Ji, cuyo nombre comprende a los tres distritos: "Jing" por Beijing (Pekín), "Jin" por Tianjin, y "Ji" por el nombre antiguo de la provincia de Hebei.
El objetivo de este enorme proyecto, según el mandatario, es que la rezagada región del norte alcance el pujante desarrollo económico del sur del país. Tal como escribe Cary Huang del diario South China Morning Post, "las regiones del norte carecen de los deltas geográficos (de los ríos Yangtsé y el de Las Perlas) del sur para el desarrollo de la empresa privada, no tienen una base industrial cohesionada como en el sur y están menos abiertas al mundo externo que el sur".
"En 2012, las exportaciones (del norte) sumaron 15% de su PIB, comparado con 60% en el delta del río Yangtzé y 63% en el delta del río de las Perlas", agrega.
Aunque con su anuncio, Xi Jinping oficializó la creación de esta megalópolis, aún se desconocen los detalles de cómo se llevará a cabo el proyecto.
"Es un plan sumamente ambicioso", explica Yuwen Wu, editora del servicio chino de la BBC. "La idea general es que estas tres regiones se complementen entre sí, compartan sus recursos y se integren para crear un moderno núcleo económico".
Según Yuwen Wu, "la idea es que Pekín sea el principal centro político y cultural, Tianjin será el centro de investigación y desarrollo de la industria manufacturera y, como es el puerto de mar, será la base de transporte marítimo internacional para el norte de China".
"Hebei aún no tiene un papel definido pero podrá ser la base de la manufactura o como es una región más barata que las otras dos, podría ser el núcleo de viviendas para los trabajadores de la región", agrega la editora de la BBC.

Desafíos

Los planes para unir a lo que se calcula serán 130 millones de habitantes en estas tres metrópolis, incluyen la creación de vías para trenes de alta velocidad para que los trabajadores puedan llegar a las principales ciudades de la región en una hora.
"Ya existe un tren rápido que va de Tianjin a Pekín en sólo 30 minutos" dice Yuwen Wu. "Pero transportarse actualmente desde las ciudades de Hebei a la capital puede tomar hasta tres horas".
Image copyrightGETTY
Image captionPekín estará limitada a 23 millones de habitantes.
Pero mejorar las vías de transporte no será el principal reto de este proyecto.
Los expertos coinciden en que los problemas que han perseguido a las grandes ciudades chinas en décadas recientes, es decir, la falta de desarrollo estructural para dar cabida al acelerado desarrollo económico urbano será uno de los principales obstáculos.
Otro gran desafío serán las enormes diferencias sociales y económicas entre las tres metrópolis.
La riqueza china está distribuida de forma desigual: el PIB per cápita de Pekín es de US$15.000, el de Tianjin de US$11.500, pero el de Hebei es de sólo US$6.300.
En uno de sus discursos sobre el proyecto Jing-Jin-Ji, cuya creación parece haberse convertido en una meta personal, el presidente Xi instó a los líderes de los tres gobiernos locales a lograr un "desarrollo integrado y coordinado" entre las tres regiones. Pero, ¿será factible?
"Las principales quejas hasta ahora, han surgido de Pekín, de los empleados que no ven con buenos ojos trasladarse fuera de la capital", asegura Yuwen Wu.
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Image captionEl proyecto costará US$6,4 billones.
"Pero hay tener en cuenta que en China la resistencia y la falta de consenso no tiene cabida. Si el presidente tiene una visión todos tienen que trabajar para que esa visión se haga realidad".
Según el ministerio de Finanzas el proyecto Jing-Jin-Ji costará unos US$6,4 billones a lo largo de los años.

Pero tal como asegura la editora de BBC China, la creación de esta megalópolis no dependerá de su financiamiento sino de la forma como las autoridades logren implementarla.
"No se trata sólo de crear carreteras y trenes rápidos para unir a una región", dice Yuwen Wu. "Se necesita infraestructura y servicios para que la gente sienta que pertenece a ese lugar y eso puede tomar muchos años".
Fuente: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/07/150721_china_megalopolis_jingjinji_men?ocid=socialflow_gplus